Consultas frecuentes – Adultos
Tapón de Cerumen
El cerumen, también llamado cera, lo producen glándulas de la piel del conducto auditivo externo (CAE) ejerciendo una función protectora de la misma (p.e. de infecciones).
Cuando se acumula en exceso se forma un tapón en el CAE que puede producir hipoacusia de conducción. Ésto puede resolverse fácilmente extrayéndolo mediante lavado con una jeringa apropiada para ello, o mediante otro procedimiento que se considere adecuado (p.e., aspirándolo). Estos otros procedimientos son especialmente apropiados en pacientes con antecedentes de perforación timpánica, en los que no es recomendable mojar el oído.
Dada la función protectora que ejerce la cera sobre la piel no recomendamos su higiene escrupulosa introduciendo objetos en el CAE (p.e., bastoncillos, puntas de toallas, etc) porque irritan la piel dejándola desprotegida.
Otoesclerosis
La otoesclerosis es la forma más común de hipoacusia conductiva progresiva. Es hereditaria en adultos y, aunque puede manifestarse en la adolescencia, suele hacerlo mayoritariamente entre las edades de 20 a 50 años. Se caracteriza por la formación de depósitos anormales de hueso en el oído (o focos otoesclerosos) que a menudo fijan o anquilosan la platina del estribo limitando o impidiendo la transmisión sonora a través de la cadena de huesecillos (martillo, yunque y estribo), a nivel del estribo y produciendo una hipoacusia de conducción.
La otoesclerosis también puede afectar a la cóclea produciendo en este caso una hipoacusia neurosensorial, aunque a menudo se manifiesta como una hipoacusia mixta.
Tanto en casos con hipoacusia de conducción como mixta se recomienda el tratamiento quirúrgico. Este consiste en restaurar la transmisión sonora a nivel de la platina interponiendo una prótesis o pistón entre el yunque y la ventana oval donde se localiza la platina, realizando un simple orificio en la misma (estapedotomía) o extrayéndola parcial o totalmente (estapedectomía).
Estapedectomía-Estapedotomía
Es una intervención orientada a corregir el defecto de audición creado por la otoesclerosis, sustituyendo el estribo (Estapedectomía) o parte del mismo (Estapedotomía) por una prótesis, facilitando así la transmisión del sonido, lo que permite recuperar la pérdida de audición. La operación se realiza a través del conducto auditivo externo (CAE), sin incisiones externas visibles (excepto en conductos estrechos) y con la ayuda de un microscopio quirúrgico. La intervención tiene por objeto exclusivamente recuperar la audición y no influir sobre la evolución de los ruidos de oído (acúfenos), que pueden acompañar a la pérdida de audición. En la gran mayoría de los casos se puede recuperar toda la pérdida auditiva correspondiente al defecto de transmisión.
Otitis en Adultos
Otitis media serosa
La otitis se caracteriza por hipoacusia (sin supuración ni dolor de oído) producida por la presencia de líquido seroso y/o mucoso en la cavidad del oído medio. Generalmente es consecuencia de una alteración de la función de la trompa de Eustaquio por inflamaciones producidas en catarros u obstrucciones producidas por lesiones localizadas en la porción mas posterior de la nariz…etc. Suele ser mas frecuente en niños que en adultos.
El líquido puede infectarse produciendo una otitis aguda que se acompaña de dolor intenso y a menudo perforación timpánica y supuración. La obstrucción de la trompa de Eustaquio favorece que la presión en la cavidad timpánica se haga negativa en relación a la ambiental provocando la retracción o introducción progresiva del tímpano en dicha cavidad dificultando la trasmisión del sonido (riesgo de hipoacusia de conducción) y, en casos avanzados, dando lugar a la introducción profunda de la membrana timpanica incluyendo la piel del CAE que la cubre (riesgo de que se forme un colesteatoma en el oído medio), si no se toman las medidas adecuadas para prevenirlo.
El tratamiento en las fases iniciales es médico o farmacológico, obteniéndose la remisión de la otitis en muchos casos. En aquellos casos de otitis media serosa persistente, que no responde al tratamiento médico, puede ser necesario el drenaje del líquido del oído medio a través del tímpano con la colocación de un tubo de ventilación en el mismo y, cuando el caso lo requiere, el tratamiento asociado de las causas que más a menudo producen la otitis.
Otitis media crónica
Es una inflamación y/o infección persistente o recurrente del oído medio que se caracteriza por supuración de oído, hipoacusia de conducción y perforación timpánica. Puede ser consecuencia de infecciones de nariz y garganta que producen una inflamación de la trompa de Eustaquio que a su vez produce una inflamación de la mucosa del oído medio y otitis media de repetición. La penetración de piel del conducto auditivo externo en el oído medio (p.e., a través de una perforación timpanica) y su posterior crecimiento erosionando el hueso del oído con el que contacta da lugar a un colesteatoma (lesión benigna pero con capacidad de destruir hueso). El colesteatoma es característico de otra forma clínica tambien frecuente de otitis media de repetición.
El tratamiento es esencialmente quirúrgico (aunque puede ir precedido de un tratamiento médico en fases agudas de la enfermedad) y el objetivo prioritario es erradicar la infección, generalmente mediante una timpanoplástia con mastoidectomía (intervención que elimina las lesiones del oído medio incluyendo las de la caja timpánica y las del hueso de la mastoides). El tratamiento de la hipoacusia de conducción es un objetivo secundario a la curación de la otitis media, está relacionado con el tratamiento de sus secuelas a nivel de la membrana timpánica y/o de la cadena de huesecillos o secuelas post-otíticas. Lo comentamos en un capítulo aparte llamado secuelas post-otíticas.
Secuelas post-otíticas
Son secuelas no infecciosas de la otitis media crónica (OMC), que puede adquirir varias formas clínicas, generalmente sobre la base de una infección crónica del oído medio (p.e.. infección crónica de la mastoides o mastoiditis crónica, otitis media crónica con colesteatoma), a menudo con hipoacusia de conducción asociada.El tratamiento curativo (farmacológico y/o quirúrgico), de la OMC es prioritario en relación al de la pérdida de audición que pueda producirse.Las secuelas no infecciosas de la OMC son causa frecuente de hipoacusia de conducción destacando entre ellas las perforaciones timpánicas y las lesiones de la cadena de huesecillos, que pueden presentarse aisladas o asociadas, siendo la hipoacusia en ambos casos muy a menudo susceptible de tratamiento quirúrgico mediante una técnica común denominada timpanoplástia.
Perforaciones timpánicas
Aunque en general no producen muchos síntomas, dependiendo de su extensión y localización, pueden producir hipoacusia de grado leve (con menos frecuencia leve-moderado) e implican el riesgo de supuraciones recurrentes esporádicas (cuya cicatrización puede fijar la cadena de huesecillos aumentando la hipoacusia), sobre todo coincidiendo con la entrada de agua en el oído, que debe evitarse previniéndolo al ducharse, tapándose el oído (tapones para baño hechos a medida).Por ello se recomienda reparar la perforación timpánica mediante tratamiento quirúrgico, cuyos beneficios implican el cierre de la perforación y la mejoría de la pérdida auditiva en la mayoría de los casos.
Alteraciones de la cadena de huesecillos
Estas alteraciones producen en la mayoría de los casos una hipoacusia de conducción o mixta, generalmente de grado moderado (con menos frecuencia leve-moderado). Son susceptibles de corrección mediante tratamiento quirúrgico.Dependiendo del tipo y de la extensión de la lesión, el tratamiento quirúrgico repara el defecto de la cadena osicular utilizando diversos materiales que reestablecen su continuidad. La técnica utilizada para reconstruir la cadena de huesecillos puede realizarse aisladamente, si el tímpano está íntegro, o en combinación con la reconstrucción del tímpano, si éste está perforado.
Timpanoplastia
Es una intervención quirúrgica que tiene por objeto reparar alteraciones de la membrana timpánica (sobre todo perforaciones), o de la cadena de huesecillos, o de ambas. Está indicada sobre todo en casos de secuelas no infecciosas de otitis medias crónicas y también en caso de supuraciones intermitentes de oído que no responden a tratamientos conservadores.Se realiza mediante visión microscópica, a través del conducto auditivo externo, o a través de una incisión por detrás de la oreja.
Miringoplastia
La reparación de la membrana timpánica o miringoplastia, se realiza con tejidos del propio paciente (p.e.: fascia del músculo temporal) colocándolos a modo de injerto sobre el área perforada, o sobre áreas atrofiadas del tímpano. En este segundo caso se colocará sobre aquellas que sea recomendable dar mas consistencia, obteniéndose buenos resultados en la mayoría de los casos.
Reconstrucción de la cadena de huesecillos
La reparación de la cadena de huesecillos, o reconstrucción osicular, puede realizarse con tejidos del paciente (p.e.: huesecillos, cartílago), o con prótesis de diversos materiales cuya biocompatibilidad o tolerancia ha sido ampliamente contrastada. La manipulación adecuada del material a utilizar, a través del microscopio quirúrgico, permite reestablecer la continuidad de la cadena osicular de manera estable y móvil. Aunque en gran parte de los casos que así lo requieren la reparación del tímpano y de la cadena osicular puede realizarse en una sola operación (reconstrucción tímpano-osicular), dependiendo del tipo y de las características de la lesión la reconstrucción osicular puede requerir una operación adicional. La intervención ofrece los beneficios de obtener un oido sano, con un tímpano íntegro, que se puede mojar sin peligro, en gran parte de los casos. En reconstrucciones de la cadena osicular la recuperación de la pérdida de audición depende del tipo y de las características de la lesión.
Hipoacusias neurosensoriales
Hipoacusia en personas mayores o presbiacusia
Es la pérdida de audición progresiva asociada a la edad que tiene lugar en personas mayores. Aunque las estadísticas varían, afecta a alrededor del 30-35% de las personas con edades comprendidas entre los 65 a 75 años, y a alrededor del 40-50% de las personas mayores de 75 años.
La presbiacusia se atribuye a diversas causas pero sobre todo a los cambios que tienen lugar con la edad en el oído interno (algunos en relación con el riego sanguíneo), aunque también pueden contribuir: cambios en las vías nerviosas auditivas cerebrales; otros factores que también producen hipoacusia neurosensorial a los que el paciente haya podido exponerse (p.e.: ambiente ruidoso, fármacos ototóxicos, factores hereditarios, etc), pueden tener efectos acumulativos sobre la presbiacusia. La pérdida de audición es similar en ambos oídos, afectando sobre todo a las frecuencias agudas o tonos altos (lo que impide oir adecuadamente timbres de puertas y teléfonos por ejemplo). Como su desarrollo es progresivo, muchas personas mayores no son conscientes de que su audición está disminuyendo y deteriorándose. A menudo creen que las personas de su entorno (sus familiares más próximos) no les hablan alto y claro, suelen entender mejor a hombres que a mujeres (en cuya voz predominan los tonos altos) y, en general, entienden mal las conversaciones, especialmente en reuniones familiares o en ambiente ruidoso.
La presbiacusia no tiene tratamiento curativo, pero hay varias formas de paliar la pérdida auditiva y sus efectos. En general, el tratamiento más frecuente es la amplificación mediante audífonos y, aunque el grado de beneficio puede variar dependiendo de las características de la pérdida auditiva, la mayor parte de las personas con presbiacusia pueden beneficiarse de su uso.
Hipoacusia inducida por el ruido (trauma acústico)
Es la pérdida de audición producida por la exposición continuada a ruidos intensos o por una exposición breve a un ruido igualmente intenso. Ambas formas de exposición al ruido pueden lesionar los receptores auditivos del oído interno o células ciliadas produciendo una hipoacusia neurosensorial generalmente irreversible y progresiva si la exposición al ruido continua.La exposición al ruido, ya sea breve o continua, también puede producir una pérdida de audición temporal, que se recupera si se interrumpe dicha exposición. En ambos casos, la pérdida auditiva suele acompañarse de acúfenos o ruidos de oído, a menudo el primer síntoma del efecto nocivo de la exposición al ruido en el oído interno.
Ejemplos de ruidos que pueden causar este tipo de hipoacusia son explosiones (armas de fuego, petardos), determinados herramientas laborales (sierras mecánicas, martillos neumáticos etc), especialmente si emiten ruidos de 120 a 140 decibelios. Sonidos por debajo de 75 dB no implican riesgo de daño al oído (una conversación normal alcanza una intensidad de 60 dB y el ruido del tráfico llega hasta 80 dB).
La forma más frecuente de hipoacusia producida por el ruido es la exposición continuada en ambientes laborales, sobre todo industriales (hipoacusia o sordera profesional). Su manifestación principal es el deterioro progresivo de la comunicación, precedido de sensación subjetiva de hipoacusia, a menudo distorsión de algunos sonidos, y ruidos en el oído, intermitentes o continuos.
El tratamiento más efectivo es la prevención mediante el uso de protectores (p.e.: tapones, cascos y filtros específicos para poder comunicarse en ambiente ruidoso), en ambientes laborales, en entornos recreativo-deportivos (p.e.: ejercicios de tiro, caza, motos), e incluso en la propia casa (p.e.: aspiradoras).
También debemos prevenir mediante el control de la intensidad de cualquier fuente sonora que pueda ser nociva para la audición y a través de campañas de información sobre los efectos nocivos del ruido.
Merece especial atención el riesgo de pérdida de audición en personas jóvenes asociado al uso de reproductores musicales portátiles (p.e.: MP3, iPod), como sucedió con otros reproductores portátiles utilizados años atrás (p.e.: walkman, compact disc portátiles), cuando el volumen al que se reproduce del sonido alcanza intensidades que pueden dañar el oído y, además, se utilizan de forma continuada. Es recomendable mantener un volumen razonable y no utilizarlos durante periodos prologados de tiempo (p.e.: no más de una hora al día). La “norma 60 x 60” para prevenir el trauma acústico producido por reproductores musicales recomienda no utilizar el volumen por encima del 60% y no superar los 60 minutos de uso continuado. La aparicion de un ruido en el oído u oir los sonidos distorsionados suelen ser consecuencia del efecto nocivo inicial del ruido, a menudo transitorios pero que deben alertarnos interrumpiendo la exposición al mismo para prevenir sus efectos irreversibles.
Cuando la hipoacusia es irreversible y de un grado que lo hace recomendable el tratamiento paliativo indicado en la mayoría de estos casos para corregir la pérdida de audición es la amplificación mediante el uso continuado de audífonos.
Hipoacusia hereditaria (familiar)
La hipoacusia y la sordera hereditarias hacen referencia a la pérdida parcial o total de audición de origen genético, estimándose que al menos la mitad de las pérdidas de audición son de este origen. Las formas genéticas pueden ser congénitas (presentes al nacer) o de aparición tardía (pudiendo iniciarse a partir de los 10-15 años de edad), y pueden variar desde un grado leve hasta profundo, ser progresivas o no, afectar a uno o a ambos oídos de forma simétrica o asimétrica, ser de tipo conductivo, neurosensorial o mixto y manifestarse con problemas de equilibrio o sin ellos.La pérdida de audición puede ser el único hallazgo (hipoacusia no sindrómica) o ir asociada a un síndrome genético o grupo de alteraciones característico (hipoacusia hereditaria sindrómica). En la actualidad existe suficiente información que pone de manifiesto que la mayor parte de las hipoacusias hereditarias son no sindrómicas. La mayoría de las hipoacusias hereditarias sindrómicas están presentes al nacer o en la infancia.
Las hipoacusias neurosensoriales hereditarias del adulto suelen ser hipoacusias no sindrómicas, de aparición tardia y se clasifican generalmente por la edad de inicio, el grado de la hipoacusia, su naturaleza progresiva o no-progresiva y por su patrón hereditario. La forma más frecuente es la hipoacusia neurosensorial hereditaria progresiva dominante, cuyo inicio varía mucho de unas familias a otras, aunque suele ser constante dentro de una misma familia. En general suele manifestarse en la pre-adolescencia, aunque puede no dar síntomas hasta la edad adulta.
Como en las demás hipoacusias neurosensoriales, cuando la hipoacusia es de un grado que lo hace recomendable, el tratamiento paliativo indicado en la mayoría de estos casos, es la amplificación mediante el uso continuado de audífonos, o la estimulación eléctrica del nervio auditivo mediante un implante coclear.
Incidencia
En adultos la incidencia de la sordera aumenta con la edad. Según un informe del Instituto Gallup (1992), en España sufren algún tipo de sordera más de 2.000.000 de personas, de los cuales el 45% son menores de 50 años, distribuyéndose:
de 0-14 años el 3,2%
de 15-29 años el 19.0%
de 30-44 años el 15.8%
de 45-64 años el 31.3%
de 65 años o más el 30.7%
La sordera va en aumento sobre todo en los países más desarrollados. Según el estudio estimativo realizado por el profesor Adrian Davis del British MRC Institute of Hearing Research: el número de personas que en 1995 sufría algún tipo de pérdida auditiva ascendía a un total mundial de 440 millones. De esta cifra 70 millones se registraban en Europa sobre una población total de 700 millones de habitantes, mientras que en USA el número ascendía a los 25 millones de afectados. Para el año 2005 Davis estimó que en el mundo habria un total de 560 millones de personas con problemas de audición; de éstos, 80 millones se registrarían en Europa, en USA y Canadá se alcanzará la cifra de 30 millones de afectados. Para el año 2015 más de 700 millones de habitantes de todo el mundo padecerán sordera de más de 25 dB, una cifra que se prevé que aumente en 2 millones para 2025.