Causas y Mecanismos
El acúfeno es un síntoma, no una enfermedad y existen muchas evidencias de que son múltiples los mecanismos que pueden producirlo a todos los niveles de la vía nerviosa auditiva (oído interno, nervio auditivo, proyecciones nerviosas auditivas cerebrales), por lo que en muchos pacientes el acúfeno está asociado con problemas otológicos e hipoacusia, aunque hay algunas formas de acúfeno en las que no se detecta una causa otológica.
Aunque el acúfeno subjetivo puede estar asociado con lesiones del oído medio (p.e., perforaciones del tímpano, otitis, etc.), es sobre todo consecuencia de lesiones del oído interno que alteran el funcionamiento de las células ciliadas de la cóclea o receptores auditivos, produciendo hipoacusia neurosensorial (p.e., ototoxicidad, presbiacusia, trauma acústico, enfermedad de Menière, sordera brusca, laberintítis, infarto laberíntico, etc.). Las lesiones del nervio auditivo pueden producir acúfeno, a menudo con hipoacusia asociada (p.e., tumores del nervio auditivo o neurinomas, compresión del nervio vestibular por arterias u otras lesiones en su trayecto del oído interno al cerebro, etc.). Al acúfeno se le atribuye también un origen cerebral en pacientes con alteraciones del riego sanguíneo, tumores, enfermedades degenerativas, etc.
Los acúfenos objetivos o somatosonidos son ruidos poco frecuentes, percibidos por el oído del paciente y que pueden también ser percibidos o detectados por el especialista al explorar al paciente (p.e., auscultación de ruidos circulatorios o vasculares en regiones próximas al oído; observación mediante otoscopia microscópica de pulsaciones a través del tímpano, de movimientos rítmicos del tímpano; etc.). El acúfeno objetivo puede ser pulsátil si el paciente lo describe como un ruido rítmico que puede tener la misma frecuencia cardíaca, en cuyo caso suele ser de origen circulatorio o vascular, existiendo más posibilidades de identificar la causa que lo produce que en otros tipos de acúfenos; ello implica que su estudio debe ser muy minuicioso, sobre todo teniendo en cuenta que algunas causas pueden revestir gravedad. Acúfenos objetivos no pulsátiles pueden producirlos también contracciones musculares rítmicas de corta duración o mioclónias de los músculos del oído medio y del paladar y, también, cuando la trompa de Eustaquio está permanentemente abierta produciendo autofonía y/o percepción del ruido de la respiración.
El acúfeno se origina generalmente en el oído, transmitiéndose a través de la vía nerviosa auditiva hasta la corteza cerebral, de tal manera que en la mayoría de los pacientes la situación normal es habituarse al mismo, disminuyendo con el tiempo los problemas que produce. La repercusión del acúfeno en pacientes a los que afecta de forma severa (sea o no identificada la causa que lo produce), depende de que se establezcan conexiones nerviosas fuera del sistema auditivo. Dichas conexiones pueden dar lugar a mecanismos cerebrales reflejos que activan centros nerviosos encargados de generar reacciones emocionales como miedo y angustia (relacionadas con el sistema nervioso límbico) y también tensión y estrés (relacionadas con el sistema nervioso autónomo). Todo ello conforma subconscientemente una respuesta global condicionada de angustia y rechazo que deteriora el desarrollo de las actividades cotidianas del paciente y por tanto su calidad de vida (p.e., capacidad para concentrarse, conciliar el sueño, desarrollo de actividades laborales, etc.). Este mecanismo neurofisiológico sobre la repercusión del acúfeno fue descrito por Jastreboff (1990) y es uno de los más aceptados, constituyendo la base de una de las estrategias para su tratamiento denominada ‘Tinnitus Retraining Therapy’ (TRT) o Terapia de Reentrenamiento del Acúfeno, basada en re-entrenar o re-educar la respuesta condicionada del paciente habituándole al mismo.
Se describe también un mecanismo psicológico con muchas características similares al neurofisiológico y alguna diferencia (Hallman, 1984). Ambas teorías atribuyen al oído un papel pequeño en la repercusión del acúfeno dando mucha más importancia al cerebro y al sistema nervioso autónomo; ambas consideran al procesamiento emocional la repercusión y el malestar que produce el acúfeno y consideran la habituación como el medio de reducir dicho malestar.
El modelo neurofisiológico considera el procesamiento subsconsciente de la información auditiva más importante que la evaluación consciente del síntoma en la mayoría de los pacientes, mientras que el modelo de habituación psicológica resalta o se basa en la importancia de las creencias y pensamientos conscientes. El modelo psicológico puede ser también utilizado para desarrollar estrategias de tratamiento mediante técnicas de relajación y terapias cognitivas que pueden combinarse con la TRT.